Las pantallas suelen ser el malo de la película cuando hablamos de cefaleas. Y no deja de ser cierto que pasar largas horas frente a una pantalla puede provocar fatiga visual, tensión ocular y muscular, esto no necesariamente es la causa de una cefalea. La combinación de factores como una postura inadecuada, la reducción del pestañeo, la menor hidratación y la ausencia de pausas adecuada, van provocando un ambiente propicio para que el dolor aparezca a avisarnos que no estamos bien.
En un estudio publicado en 2016 se vio que los estudiantes que pasaban más tiempo enfrente a una pantalla tenían más riesgo de tener migraña. En otro estudio se ve que los pacientes con migraña con aura parecen tener más sensibilidad a las pantallas que los que no tienen. Por último, en un análisis de varios estudios en niños y adolescentes no detectaron asociación de un mayor tiempo de pantallas con la presencia o intensidad de los dolores de cabeza, salvo en los niños con migraña con aura. Por otro lado, el apoyo y la educación a través de plataformas digitales puede mejorar el manejo de condiciones crónicas como la mayoría de las cefaleas primarias. En mi opinión, es esencial desmitificar la idea de que las pantallas son la causa directa de las cefaleas y enfocarse más en prácticas saludables de uso.
La clave está en tomar descansos regulares, ajustar la iluminación y mantener una postura correcta, mantener una distancia adecuada de la pantalla, usar filtros de luz azul, y hacer ejercicios de relajación para minimizar estos efectos.
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